
REGINO MATEO es poeta desde que ganara aquel Premio de Poesía para Jóvenes “José Hierro” en 1990. Pero también cultiva la música como profesional. Es profesor de piano, y gestor cultural. Ha ocupado algunos cargos de responsabilidad en el mundo de la cultura. Es por lo tanto una persona que sabe mucho de cultura, pero sobre todo de la cultura que se hace en Cantabria.
Regino, usted está muy bien considerado en el mundo de la cultura de Cantabria. ¿Qué influencia ha tenido en usted, que viviera gran parte de su infancia y adolescencia en Reinosa?
Para mí la infancia es la tierra que nutre la memoria, y la memoria es el principal alimento de mi poesía. Reinosa es, pues, la raíz de todo mi trabajo. No sólo porque todo el tiempo que viví en la capital campurriana fuera el tiempo de formación y de construcción de la personalidad, sino porque los paisajes, los encuentros, las personas, las instituciones, se filtran de forma constante en el universo literario que voy definiendo.
¿Conoció pronto los certámenes de las Justas literarias y el Concurso nacional de cuentos “José Calderón Escalada?
Tanto las Justas como el certamen de cuentos nacieron como pórtico de las fiestas de San Mateo. En ese sentido, desde muy pequeño tienes noticias de su celebración y de cómo más o menos transcurre la ceremonia. La primera vez que acudí al Teatro Principal sería con diez u once años, con mi grupo de amigos, nos colamos en el teatro y subimos al “gallinero”. Recuerdo sobre todo la sensación festiva y de un edificio absolutamente lleno de gente que quizás pensaba más en la proclamación de la Reina de las Fiestas, pero que salía comentando el cuento y el poema y comparándolos con los que habían escuchado en otras ediciones.
¿Qué le gusta más, formar parte de un jurado en estos certámenes o ser “mantenedor” de una edición de Justas literarias?
Nunca he sido jurado en las Justas, pero sí en otros certámenes literarios, tanto de prosa como de poesía, así que me inclino por la responsabilidad de «mantenedor», que sí he ejercido en dos ocasiones. Es una invitación a investigar, a explorar, a tratar de vincular Campoo con la cultura en sus más altas manifestaciones, y al mismo tiempo un compromiso, resultar didáctico, ameno, y en lo posible sorprendente ante un auditorio que acumula experiencia y por tanto es exigente. La tarea de jurado es comprometida y fascinante, pero también lenta, trabajosa y deja siempre un regusto extraño, porque es difícil saber si de verdad ha ganado quien más lo merecía.
¿Quién o quiénes eligen el tema en cada edición?
En mis dos experiencias como mantenedor centré mi intervención en la poesía de Rodrigo de Reinosa, la primera, y en un trazado del curso del Ebro a través de la poesía que lo canta por toda su cuenca. La primera me fue sugerida por el alcalde, la segunda fue propuesta mía. Diría que surge de un pacto entre el mantenedor y el Ayuntamiento.
El tema del certamen, ¿orienta y pesa en el juicio crítico de los poemas ganadores?
El certamen, como tal, tanto en la poesía como en la prosa, es de tema y forma libre, siempre que se respete la escritura en español y la limitación de versos o páginas planteada en las bases. No, el jucio del jurado es igualmente un juicio libre y abierto que nada tiene que ver con la ponencia del mantenedor.
¿Qué se exige de un “mantenedor” de una Justa literaria?
A la manera de las antiguas justas y torneos armados, el mantenedor es una especie de anfitrión, de introductor de la pugna. En la justa literaria, su intervención sirve para convocar la atención del público hacia los temas culturales y literarios y preparar así el campo para la proclamación de los ganadores y la lectura de sus trabajos.
Así pues, su trabajo tiene que ser competente, solvente intelectualmente, debe llevar un trabajo serio de preparación e incorporar un sello personal que al mismo tiempo deleite a los asistentes, conquiste su interés.
¿Qué poema ganador, si alguno en especial, lo ha seducido?
He leído y/o escuchado muchos poemas y cuentos a lo largo de la historia de las Justas. Pero si de pronto tengo que elegir uno, hay dos títulos, uno de cada modalidad, que siempre se me vienen a la memoria antes que otros. Ambos, escuchados en el acto, dato que supongo avala la potencia de la literatura oral y me permite reivindicar esas lecturas en voz alta de los trabajos ganadores. En cuanto al certamen nacional de cuentos, me encantó «Soweto es un gheto”, de Carlos Romero Ugartevidea, ganador en 1986. Entre los poemas, me impactó la lectura de “De rodillas en la tierra de mis besos”, 1980, de Nicolás Sánchez Prieto.
Yo tengo la impresión de que la poesía la leen los poetas, pero que hay pocos lectores de poesía. ¿Puede la ciberpoesía alterar esa creencia?
Es una polémica muy viva, mucho más en estas últimas semanas con ese espanto que ha resultado premiado en el Premio Espasa, cuyo único mérito parece ser contar con muchos seguidores en Instagram y garantizar así muchas ventas. Las redes sociales abren, sin duda, la opción de publicar para poetas que a lo mejor no lo tendrían fácil en los medios tradicionales, sobre todo gente muy joven. Sin embargo, hay tal cantidad de certámenes, opciones de poesía en vivo, leída o interpretada, que me parece que la poesía sigue eligiendo sus modos de expresión tradicionales. Ahora mismo no siento que la ciberpoesía aporte un valor añadido al género, de hecho, creo que puede tener efectos negativos, permitiendo que se adocene el gusto y que cualquier intento, por torpe que sea, adquiera una difusión que tal vez no merezca, cuando en realidad estamos hablando de poco más que de diarios adolescentes escritos en líneas cortas (me niego a calificarlos de versos).
Me sigo quedando con la poesía escrita en los vehículos tradicionales, libros y revistas, también internet pero con la intención de siempre, y con la declamada, qué tal vez no difiera ni en protagonistas ni en contenidos mucho de la ciberpoesía (pienso en propuestas como los slams poetry o las peleas de gallos), pero sí incorporan el valor de la fuerza escénica y la competición.
Gracias, Regino. Tendré mucho gusto en coincidir con usted en alguna otra ocasión y poder hablar de esas plataformas digitales, y hacer quizás un mix poético, adaptable a los gustos más diversos ¡Quién sabe!