Tomar el pulso a Castro Urdiales

El doctor Hernández Úrculo estudia la sanidad del municipio en la centuria 1830-1930

Por Isidro Cicero

Este viernes 16, se presenta en el Club de Regatas de Santander el libro Vivir y morir en Castro Urdiales. Una centuria en el ejercicio del médico rural 1830-1930. El autor, el médico jubilado y miembro de la Sociedad Cántabra de Escritores, José Hernández Úrculo. Su editorial, Los Cántabros. 5.000 actas de plenos municipales, 3.000 actas de Junta Municipal Sanitaria, toda la correspondencia general y de sanidad existente en el fabuloso Archivo Municipal de Castro Urdiales, escrutada. Todas las referencias sobre salud y enfermedad aparecidas en Costa Cantábrica, Fray Verás y el resto de la prensa local o comarcal, revisadas; 15.900 ejemplares del Boletín Oficial de la Provincia de Santander, escudriñados en la Biblioteca municipal de Santander. Indagaciones en la biblioteca de la Facultad de Medicina de la Complutense y en la hemeroteca de El Siglo Médico.

Afable, risueño, meticuloso, el doctor Úrculo habla de los propósitos de este trabajo que fue en su momento su tesis doctoral y que ahora se ha convertido en un concienzudo libro de  peso; una aportación de gran interés a la historia local de Castro Urdiales y de la Medicina.

 

RESPUESTA: Mi objetivo principal es hacer un homenaje al médico rural, un reconocimiento a su trabajo ímprobo en ocasiones en una centuria de grandes cambios y escasos medios tanto diagnósticos como terapéuticos.

 

P: El apellido Úrculo es poco común en Cantabria. ¿Qué se sabe de él?

R: Es de origen vascón, navarro concretamente; todas las familias que lo llevan se concentran principalmente en Ontón y Castro Urdiales, Mis antepasados maternos en cuarta generación ascendente procedían del País Vasco. Según el INE existen tan sólo 67 personas con ese apellido en toda España.

 

P: El binomio médico-escritor es un maridaje que se ha repetido frecuentemente en la historia. ¿A qué crees que se debe?

R: Es frecuente la vertiente humanista en los médicos, yo diría que es inherente a nuestra profesión. Si hay alguna profesión en la que el humanismo y el ejercicio profesional están indisolublemente unidos es precisamente la nuestra.

 

P: ¿Hubo alguna lectura concreta que identifiques como origen de tu inquietud literaria?

R: Soy un lector asiduo, leo de todo, quizá el campo literario que más frecuento sea el histórico y la lectura de los clásicos sobre todo españoles.

 

P: ¿Cuáles han sido tus libros fundamentales, los que más te han influido?

R: Quizá Galdós y los Episodios Nacionales. Dickens, y también nuestro gran escritor Pereda por su descripción de tipos y paisajes. Su biógrafo, Anthony Clarck, lo compara con Dickens.

 

P: En el título de tu libro – y de tu tesis- están contenidos dos conceptos graves y de mucho peso: vida y muerte. Desde que existe, la literatura siempre ha estado dándole  vueltas a esos dos polos de la existencia humana que tanto preocupan a nuestra especie. ¿Son esas también las coordenadas en las que se mueve la profesión médica?

R: Nuestra profesión se mueve sobre todo en las causas del desequilibrio que produce en una persona el paso de estar aparentemente sano a enfermar.

 

P: Y en tu caso como médico y escritor, ¿cuáles son tus principales vivencias al respecto?

R: En este siglo XXI vivimos en una sociedad muy hedonista (¿la cruz del bienestar?). Cuando comencé a ejercer hace ya algo más de 40 años, las perspectivas y escala de valores de los pacientes eran muy otros, pues las necesidades eran muy diferentes. Ahora, la sociedad “consume” asistencia sanitaria.

 

P: Castro Urdiales como escenario. ¿Qué tiene Castro de singular?

R: La sociedad castreña, en el período que describo en el libro, se componía de un florido mosaico demográfico: estaban por un lado los pescadores, que eran mayoritarios hasta el último tercio del siglo XIX, los mineros que pasaron a ser mayoritarios a partir de esta época, los agricultores y ganaderos.

 

P: Y posiblemente también tenía influencia su carácter de encrucijada geográfica.

R: Al ser un cruce de caminos con la vecina Vizcaya, con Castilla y con el resto de la región montañesa, Castro fue un crisol de gente de diversas procedencias. Por este motivo también fue campo de batalla; En la época en la que se centra mi estudio, fue escenario destacado de las Guerras Carlistas. Sin haberse diluido aún la fatal huella que dejaron las tropas napoleónicas a principios de siglo XIX.

 

P: ¿Qué necesidades específicas presentaba la población pescadora?

R: Los pescadores debido a su precario poder adquisitivo, las condiciones insalubres de sus viviendas y la mala alimentación fueron muy vulnerables a las enfermedades de todo tipo.

 

P: ¿Con qué recursos materiales contaba la sanidad de Castro en la época de tu estudio?

R: Tenía el Hospital San Nicolás y San Lázaro, (procedente de la época medieval, aunque las referencias documentadas que se tienen datan de 1415 quizá sea más antiguo). Luego estaba el hospital Civil, el hospital minero en Saltacaballos, dos edificios conventuales destinados a hospitales de modo ocasional que fueron San Francisco y Santa Clara y por último la Casa de Socorro y el Laboratorio químico municipal.

 

P: Durante la centuria 1830-1930 se vivieron avances modernizadores, llegaron la  alfabetización, la industrialización y la innovación de muchas comunicaciones. ¿Hasta qué punto la sociedad castreña avanzó en esa época en lo que podríamos llamar la moderna atención primaria?

R: Aún no existían medios terapéuticos realmente eficaces. La causa más frecuente de muerte eran las infecciones de todo tipo y los antibióticos aún estaba por llegar. La asistencia primaria no se pudo generalizar hasta avanzado el siglo XX con la creación del seguro de enfermedad.

 

P: ¿Cuál fue la influencia de los médicos en la prevención y la educación higiénica?

R: Castro fue un recinto amurallado hasta finales del XIX y seguía conservando la estructura medieval de sus calles. En el siglo XIX la teoría sobre el modo de enfermar se basaba en lo que se denominó las teorías miasmáticas (el aire, las aguas, la atmósfera, los enseres…) dejaron paso a finales de siglo XIX y principios del XX a las microbiológicas con el descubrimiento de los microbios. Faltaba por llegar los antibióticos y quimioterápicos.

 

P: ¿Quién contrataba a los médicos en Castro Urdiales?

R: En esta época los profesionales eran contratados por los ayuntamientos.

 

P: ¿En qué consistía el  sistema de “igualas médicas”?

R: Las corporaciones locales contrataban a los médicos para atender la higiene y salubridad pública y para asistir a los clasificados como pobres. Los no calificados así debían pagar a los profesionales por su asistencia o bien se “igualaban” o asalariaban con ellos.

 

P: ¿Cuáles fueron las fuentes documentales para un estudio de estas características?

R: En este caso la fuente principal ha sido el archivo municipal castreño, que por cierto es excelente. También los boletines oficiales son una gran fuente de información, así como la prensa local, regional y nacional.

 

P: El cura, el médico, el maestro. Esta era la triada de prestigio y ascendiente moral en una comunidad tradicional. ¿Fue así en Castro Urdiales?

R: Fue así en general en toda España y Castro no fue una excepción. De hecho en las juntas municipales de Sanidad   era uno de sus componentes el párroco. Las instituciones también apelaban a los eclesiásticos. En alguna ocasión instaban a los sacerdotes a que en los sermones exhortasen a los feligreses a guardar hábitos sanos de salubridad en las calles y plazas y a vacunarse a los que el pueblo llano era reacio.

 

P: ¿Hay nombres  propios que se recuerdan todavía?

R: Citaré al doctor  Cesáreo Úrculo y  al doctor Jesús del Hoyo.

 

P: ¿Y las anécdotas?

R: En los archivos se reflejan algunos tipos de picaresca. Por ejemplo, en plena epidemia de cólera, los carros que procedían de la provincia vizcaína, donde se sufría fuertemente la epidemia, hacían ver que venían de Ontón al pasar el fielato en el Haya.

 

P: Has renovado tu cargo de secretario de la Sociedad Cántabra de Escritores.  ¿Por qué te parece relevante que los escritores de nuestra región se organicen en una Sociedad?

R: Porque la asociación siempre trae ventajas sobre todo en una región como la nuestra de gran tradición literaria y de grandes escritores a lo largo de la historia, unos nacidos aquí y otros con ascendencia cántabra.

 

P: Qué mejoras te gustaría que se introdujeran en la Sociedad de Escritores en los próximos dos años de mandato de la nueva dirección.

R: Conseguir un local propio o cedido por la administración para usarlo como sede y conseguir algo más de presencia en la sociedad cántabra.