Por Isidro Cicero

El descubrimiento más positivo del tiempo de pandemia, amigo Fidel Manrique.
Lo más positivo, la disciplina de la inmensa mayoría de la gente y su solidaridad.
Y el más negativo…
La inconsciencia y la falta de responsabilidad de una minoría, traducida en unos cientos de miles de sancionados con multa y algunos miles de detenidos.
Tuvimos que cerrar la librería al poco de abrirla, ¿cómo lo viviste?
Como una cosa lógica. Había que contribuir a cortar la expansión del virus, que en aquellos momentos era muy rápida.
¿Vuelves ahora a cumplir tu turno de voluntario con las mismas ganas que al principio?
Las mismas que al principio, con los mismos deseos de contribuir a fomentar la afición a la lectura y de colaborar en una labor social de trascendencia. Personalmente, el período de la pandemia no siento que me haya afectado en absoluto; ni anímica ni psicológicamente.
¿Te has dedicado a escribir?
No mucho. Escribir seriamente, por así decirlo, sólo un artículo de seis páginas para la revista «ORTO», de Barcelona. Me llevó bastante tiempo pues tuve que utilizar mucha bibliografía y estudiar bastantes documentos.
Aparte de esa bibliografía y esos documentos, ¿cuáles han sido tus lecturas?
He dedicado muchísimo más tiempo a leer. Soy un lector voraz desde niño y en el confinamiento contaba, obviamente, con más tiempo. He leído “Nietzscheanismo y Anarquismo en periódico ‘ANTICRISTO’”, de Francisco José Fernández Andújar; «Utopías y anarquismo», de Víctor García; «La mujer en la lucha social y en la Guerra Civil española», de Lola Iturbe; «Amparo Poch y Gascón. Textos de una médica libertaria», de Antonina Rodrigo; «Vidas cortas, pero llenas. 80 aniversario de la FIJL», de varios autores; «Voces críticas ilustradas. Las ilustraciones del diario “Solidaridad Obrera” durante el primer bienio de la II República, 1931-1933», de Josep Antoni Pimentel Clavijo; «Historia del Derecho Romano», de Wolfgang Kunkel; «Pelayo. Liébana, un reino entre montañas», de José Ramón Saiz; «Franco debe morir», de Alejandro M. Gallo; «Entre la revolución y la guerra», de Ramón Liarte, » Tiempo de Historia», de José Fortea Gracia; «Memorias de un fusilado anarcosindicalista», de Manuel Lozano Guillen; » El camino de la libertad», de Ramon Liarte; «Mi paso por la Columna Durruti-26 division», de José Fortea Gracia; » Memorias de un colectivista libertario badalonés (1936-1939)», de Josep Costa Font; » Cosas vividas», de Julián Floristán…
Es evidente que para ti la lectura alimenta una ideología bien definida, que por otra parte es bastante conocida.
Efectivamente, la práctica totalidad de esos títulos guardan relación con mis centros de interés, el anarquismo, el anarcosindicalismo y el período histórico de la II República y la Guerra Civil. Todos me han parecido interesantes y recomendables. De todos se aprende.
Fidel Manrique está relativamente satisfecho de cómo le ha cundido el tiempo de confinamiento, aunque también es verdad que le hubiera gustado hacer más cosas.
Acaba recomendando encarecidamente a todos aquellos a quienes pueda llegar a través de esta entrevista que vengan a la librería que compren libros y que colaboren así en el proyecto AMICA / Sociedad Cántabra de Escritores.