Francisco María De Marcos Alonso

De siempre, desde niño, me acompañó el enorme afán… de saber. Me han interesado siempre prácticamente todas las disciplinas.

Y ya desde niño añoraba la posesión de libros. (Sería mi madre la decidida inductora de este mi deseo). Después del Rosario, ella nos leía cada noche un capítulo de algún libro. Jamás yo perdería esta su característica y con el tiempo, cuando tuve capacidad económica, mi pequeña librería iría creciendo poco a poco hasta poseer algo más de 3.500 libros. Conservo el primer libro que sería el germen de esta mi personal librería, que ella me regalaría y que yo formaría el 10 de enero de 1963 en Cosgaya (la costumbre de firmar mis libros adquiridos la he conservado hasta la actualidad).

Como comento más arriba, siempre me han interesado casi todas las disciplinas, pero sería la Historia a la que dedicaría más interés en principio. Y de la Historia, serían las Civilizaciones Antiguas las que más me interesaron y a las que dedicaría muchos años.

Mesopotamia, Egipto… todo el Fértil Creciente. Los pueblos Precolombinos… Más tarde Etruria, Grecia, Cartago… Roma…

Luego serían los pueblos germánicos y entre ellos, los que más me interesarían serían los Godos, en especial su rama occidental, los Visigodos.

He leído todo cuanto he encontrado sobre este pueblo desde que aparecieron en la escena del Imperio, hasta que su Reino de Hispania desapareciera en Guadalete.

Y un día, en el año 2006, comenzaría a escribir un Ensayo Histórico al que pondría por título, La Liébana, el primer Reino Cristiano.

Pero antes, y durante no menos de 40 años, “peinaría” realmente los macizos del Cornión y de Los Urrieles, desde Covadonga a Gosgaya, buscando la explicación posible y lógica del porqué “las huestes de los Sarracenos derrotados en Covadonga y huyendo, habían terminado en Subiedes, donde este monte se vendría abajo sepultándolos”. Eso nos dice la Historia. La realidad pienso que fue bien otra.

El ensayo nunca sería publicado porque con posterioridad, un “tornado” asolaría mi vida y esto, como todo lo demás, quedaría definitivamente relativizado.

Si embargo, sí que ha sido bastante difundido, porque mi objetivo era y sigue siendo, que los cántabros, y sobre todo los lebaniegos, sepan que la historia escrita en los libros de texto no ha podido ser la verdadera historia que se viviría en aquellos siglos vitales, en especial en el siglo VIII, y que afectaría tan de lleno a La Liébana.

Labor esta que a mi entender debiera ser asumida por la Sociedad Cántabra de Escritores en la que me consta, hay personas con suficiente potencial como para emprender y realizar este tan importante cometido.

Tengo, es lógico, muchas más cosas que decir sobre aquel tiempo que aquí, en nuestra Liébana, se viviría aquellos siglos tan vitales y en especial, en el siglo VIII. Pero soy consciente de que para una escueta reseña biográfica, ya la he rebasado con creces.