
Adriano García-Lomas fue un ingeniero de minas, etnógrafo, antropólogo, folklorista y lingüista nacido en Arenas de Iguña, en el seno de una familia acomodada de la Cantabria montañesa, algunos de sus miembros llegaron a ocupar puestos destacados en la vida política española del siglo XX, como Miguel Ángel García-Lomas (1912-1976), último alcalde franquista de Madrid. Su padre Fidel (1828-1893) fue jurisconsulto, político y también escritor. Ejerció como senador y diputado en diversas legislaturas dentro de las filas conservadoras y también consejero de la Real Compañía Asturiana de Minas, siendo uno de los mayores expertos en legislación minera del siglo XIX, lo cual quizás condicionó el futuro devenir profesional de su hijo.
Realizó estudios en la Escuela de Minas de la Universidad de Madrid, donde se licenció como Ingeniero Superior. Concluidos éstos, ejerció la profesión en varias provincias del norte de España en el entorno del decenio de 1920, una de ellas Guipúzcoa, territorio en el que residió en diversas localidades como Rentería o Irún, y después en Palencia (1952-1960); y ya como jefe de minas en las provincias de Palencia y de Burgos.
En torno a 1960, se retiró a la casa solariega de su familia en el valle de Iguña y allí se dedicó al desempeñó de labores investigadoras y eruditas. Convertido en una de las principales figuras de la intelectualidad montañesa de mediados del siglo XX, y movido por su interés y curiosidad natural –y pese a su formación autodidacta–, cultivó –en calidad de animoso aficionado todas las especialidades de la Antropología Social: estudios sobre el vocabulario montañés o disquisiciones sobre la mitología y las supersticiones de su región, por citar solo algunas de las más importantes. También entró de lleno en un tema controvertido: el origen y las costumbres de la comunidad pasiega, asentada en el sureste de Cantabria. Recibió la Gran Cruz de la Orden de Beneficencia (condecoración desaparecida en la actualidad) en 1970 y fue nombrado Hijo Predilecto de la Provincia de Santander. Fue socio fundador del Centro de Estudios Montañeses y del Instituto de Etnografía y Folklore «Hoyos Sainz». Murió con 91 años manteniendo hasta el final su gran capacidad investigadora y quedaron muchos trabajos por publicar.
Algunas de sus obras son: Del solar y la raza (1932), en colaboración con el escritor Jesús Cancio (1885-1961); El nánago que se quebró el corazón (1956); Los pasiegos (1960); Mitología y supersticiones de Cantabria (1964); El lenguaje popular de la Cantabria montañesa (1966); En la revista Altamira del Centro de Estudios Montañeses publicó “La hidronimia arcaica de la Cantabria montañesa”, y “Escarceos histórico-toponímicos. Mazcuerras y Malacoria”.