Koka Ruiz de Temiño

Cuando Isidro Cicero nos dijo de dar una charla a los chicos de Amica  sobre cómo se escribe un libro me encantó la idea. Quedé con Alfonso  en la estación  de Torrelavega. Y allá fuimos. La verdad no tenía ni idea de que iba a decir. Nos recibieron con cierta intriga.  Y aunque no nos veíamos del todo la cara se notaba, mirando con imaginación a través de la mascarilla, que nos esperaban.

Empezamos a hablar, Alfonso leyó alguno de sus maravillosos relatos tan premiados. ¡Qué envidia sana! Nunca he ganado ningún premio. Los chicos le miraban hipnotizados. No era un público al que había que conquistar, eran unas personas ansiosas por que las orientásemos para sacar adelante sus novelas. Nos hablaron de sus temores por no tener el final, por el número de páginas  y nos comentaron  sus experiencias. Al principio con timidez y con el  miedo al ridículo  pero luego las ideas, las preguntas fueron saliendo naturales y divertidas. Yo les conté que desde pequeña escribía un diario y que el día a día con imaginación se puede novelar. Y también diferentes historia del Dueso que me ayudaron a crear obras de teatro y algún capítulo de mi libro. Que cualquier cosa que te pase, si le das  sentimiento y vida, la conviertes en un escrito.

Nos hicieron muchas preguntas que Alfonso y yo tratamos de responder. Las horas pasaron rápidamente y creo que abrimos nuestra alma de escritores y nos lo pasamos genial.

Gracias Isidro por darnos esta oportunidad.

¡Ojala les sirva para algo!

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Alfonso García Aranzábal

Aquel día había quedado con Koka Ruiz de Temiño para acercarnos a AMICA para charlar con un grupo de aficionados a la escritura. Quedé con ella en la estación. Yo entonces no lo sabía pero fue un relámpago lo que entró en mi coche. Me contó durante el breve trayecto la trama de su último libro “Cartas al viento” basado en sus experiencias personales y me transportó a un mundo de anécdotas, aventuras e incidentes increíbles cargados de sensibilidad y sentimiento. Seis eran las personas con las que nos reunimos, participaron con entusiasmo interesándose sobre todos los aspectos de la creación literaria.

Koka lo invadió todo con su optimismo vital, su afectividad a flor de piel y su pasión arrebatadora. Todos la escuchábamos con embeleso. Para todas las preguntas tuvo respuesta y siempre era la misma: “Mostrar vuestros sentimientos”.

Los muchachos quedaron prendados de la lectura y la escritura y de Koka… y yo también.