Marcelino Sanz de Sautuola era, en palabras de su tocayo Menéndez Pelayo, “persona muy culta y aficionada a los buenos estudios”. Este hombre inquieto y cultivado tuvo la clarividencia de apostar por la autenticidad paleolítica de unas deslumbrantes pinturas que había descubierto su hija María en el techo de una caverna prehistórica, en Santillana del Mar.
Se cumplen 140 años de la publicación de una pequeña joya científica. Los breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, constituyen una de las mayores aportaciones a la Prehistoria y al arte rupestre.
En tan solo 27 páginas el autor nos comunica que esas imágenes de Altamira corresponden al periodo conocido como paleolítico, el mismo que se evidencia en los restos materiales localizados a la entrada de la cueva.
Es preciso, pues, recordar la figura de este erudito local, cuya contribución al conocimiento del pasado de la humanidad es incuestionable.
